Los zapatos de mujer se decoraban también con ribetes, equipacion ajax con hebillas de plata cubiertas en ocasiones de joyas; se llevaba un tipo de tacón curvo llamado Luis XV. Tenían forma redondeada y solían ser planos; tan solo a finales de siglo empezó a surgir tímidamente un tipo de tacón. La falda se remangaba en la cadera, con cintura en forma de V y espalda larga y plana, sin miriñaque, con mangas rectas y ceñidas. El vestido incluía el corpiño, que en esta época se llevaba con cintura de avispa, y la falda, abierta por delante. El vestido femenino se basó por un tiempo en los corpiños en pico, que fueron sustituidos por los levitones o por el vlieger, un abrigo largo, sin talle, abierto por delante, con cuello en abanico. Encima llevaban la ropilla, una vestidura corta y estrecha, de cuello alto. Los hombres llevaban un jubón holgado y pantalones bombachos, y sustituyeron la gorguera por un cuello de encaje superpuesto; llevaban además capa, sombreros de ala ancha, zapatos o botas tulipán, guantes y espada.
Los hombres empezaron a llevar unas pelucas largas y rizadas (perruque à crinière). Los hombres llevaban un jubón apodado «vientre de pato», por ser abombado y terminado en vértice; era acolchado, ceñido y abotonado en el centro, rígido mediante ballenas y con hombros resaltados con rodetes de guata. En esta época estuvieron de moda los manguitos de piel para las manos, acolchados y de forma tubular, que llevaban tanto hombres como mujeres. Incluía un corsé con ballenas y una pieza para el estómago (pièce d’estomac), que proporcionaban una forma del tronco como cono invertido. Patty y Marcie van a volar un avión que resulta ser la casita de Snoopy. Los primeros solían ser de piel, seda o terciopelo, con suela de piel o corcho. Más adelante se llevó el copotain, un sombrero de copa alta y cónica, elaborado con piel de castor, cuero o lana afelpada. Otra prenda de moda fue el herreruelo, una capa de origen árabe adornada de piel o terciopelo. Otro nuevo elemento de moda fueron las máscaras, que servían tanto para mantener el anonimato como para proteger el rostro de los elementos.
Posteriormente empezaron a celebrarse bailes de máscaras, donde surgió la modalidad de que la máscara se sujetase con un palito sin colocarla directamente sobre el rostro. Sin embargo, este Granada también fue denominado como «el de los carniceros», debido a que los contrarios consideraban que los tres sudamericanos se las gastaban con excesiva dureza. En este siglo apareció la corbata (cravatte), introducida por mercenarios croatas —de ahí el nombre— al servicio de Francia en la Guerra de los Treinta Años. Destacan también dos subcampeonatos (en los años 1998 y 2010) y tres terceros puestos (en 2001, 2009 y 2012) en la misma competición europea de la Euroliga. Entre los jugadores de la época, uno sobresalió entre el resto por su carisma y capacidad goleadora, camiseta inter de milan y que años más tarde terminó por ser el principal personaje de la entidad: Santiago Bernabéu. En España, la llegada de los Borbones favoreció la adopción de la moda francesa en la corte, si bien muchos nobles se resistieron al cambio; a los que adoptaron los usos franceses se les llamaba «petimetres» o «currutacos». También se puso de moda el redingote (de riding coat, «chaqueta de montar»), un vestido-abrigo que se llevaba para actividades al aire libre, como montar a caballo.
Las máscaras propiamente dichas protegían todo el rostro, con aberturas para ojos y boca, mientras que los antifaces cubrían la parte superior, hasta la nariz, dejando la boca libre. Las botas, que hasta entonces se usaban para montar a caballo, empezaron a usarse de forma cotidiana. Hacia mediados de siglo, los miriñaques llegaron a su máxima amplitud, de tal forma que dificultaban los movimientos; surgieron entonces las considérations, unas almohadillas para las caderas. El primero tenía forma plana por delante y por detrás, pero era ancho de caderas, gracias a un miriñaque redondeado o a un tipo de enaguas rígidas llamadas «jansenistas», que daban forma de campana a la falda. En El cortesano, Baldassare Castiglione dejó constancia del influjo de la moda española en toda Europa, señalando que el negro, el color por antonomasia de la monarquía hispánica, era el más atractivo y el «paradigma de la moda del momento».
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